Estas últimas semanas he sido testigo de un fenómeno
alarmante. Tal vez no se trata de nada nuevo y en otras muchas ocasiones en
el pasado se hayan presenciado evidencias del mismo pero, la coincidencia en el
tiempo de algunos hechos me lo han mostrado ahora con una claridad brutal.
Los dos hechos a los que me estoy refiriendo
tienen que ver con Barcelona e Israel aunque su origen sea muy diferente.
El primero se refiere a la muy conocida visita al
Camp Nou de Gilad Shalit, el soldado israelí a quien la banda terrorista
Hamás tuvo secuestrado durante 5 años, y al
absurdo boicot llevado a cabo por aquellos que se presentan a sí mismos como
grupos pro-palestinos. Unos días antes del superclásico al cual iba a
asistir Shalit, apareció la verdadera cara de los que organizaron el boicot y
lo hizo a través de pintadas en las paredes del Camp Nou que decían (en
catalán) "Ningún
judío en esta casa, judíos… terroristas de estado!!!".
El segundo hecho se desencadenó tras la publicación
en el periódico israelí Haaretz de un artículo y una entrevista que hablaban
del independentismo catalán. Después de eso, esta Embajada recibió varios
mensajes muy agresivos acusándonos de apoyar una causa de la política interna
española. Un señor nos dijo que nos "ocupásemos de nuestros
asuntos", mientras que un
periódico electrónico acusaba a los judíos de salir en contra de España.
Lo que se ve en ambos casos con una chocante claridad
es el lenguaje que utilizan los representantes, tanto de la derecha como de la izquierda
española, lenguaje que rápidamente deja de expresar una crítica hacia Israel
para transformarse en el uso de mensajes que tienen tintes
antisemitas. Mientras en el caso de las pintadas del Camp Nou parece muy
claro ese traspaso de la línea que separa la crítica legítima del lenguaje
racista, el segundo caso encierra un poco más de complejidad. Al señor que
mencioné un poco más arriba le respondí explicándole que el periódico Haaretz,
como todos los periódicos israelíes, es un medio de comunicación privado que
sólo ofrece su propio punto de vista en sus artículos y no el del estado y,
además, que son muchos los años durante los cuales la prensa española está
cubriendo a diario las noticias de Israel con miles de artículos,
editoriales y crónicas y que, por tanto, es un poco exagerado pedir que nos ocupemos
sólo de lo nuestro tras la publicación de un único artículo israelí que tiene
que ver con España. Pero hay más porque la noticia que enlazo un par de
párrafos más arriba no se limita a las críticas hacia el estado de Israel, sus
supuestas políticas o apoyos, sino que inmediatamente traspasa la acción al
pueblo judío. Ya no es Israel el objeto de su crítica, sino el pueblo judío
todo, debido a una postura que, por otra parte, se acepta claramente que proviene
del artículo aparecido en Haaretz.
Tal como dije con anterioridad, se trata de dos
cosas muy diferentes pero, al recurrirse en ambos al lenguaje racista, el
resultado es pues el punto en el que se encuentran los dos extremos con los
mismos prejuicios.
Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel
P.D. Yo sigo sin perder la esperanza. El
señor al que me he referido me escribió otro mensaje reconociendo que su
escrito fue más visceral que meditado y que, visto en la distancia, también le
resultaba un poco grosero. Se disculpó y dijo estar de acuerdo con mis
razonamientos, de lo cual, por supuesto, me alegro.