martes, 13 de marzo de 2012

20 AÑOS DESPUÉS SEGUIMOS RECORDANDO

Este post se lo quiero dedicar a mi amiga Lea, que estos días cumple 20 años desde el inicio de su nueva vida, a esos otros tantos amigos y compañeros que cuentan con este mismo reinicio vital, y también a todos los compañeros cuya vida, por el contrario, terminó en ese mismo instante.



Hace poco menos de diez años llegué a Buenos Aires para empezar mi primera misión diplomática como Portavoz y Agregado Cultural allí. Mi antecesor en la Embajada israelí en Argentina, Edwin Yabo, me vino a buscar al hotel pero, en vez de llevarme al edificio de la Embajada en la Avenida de Mayo, me condujo a una plaza en la calle Arroyo 910, en el barrio norte de Buenos Aires, el lugar de la antigua sede de la diplomacia israelí en Argentina hasta ese 17 de marzo de 1992 en el que un coche-bomba explotó frente a la puerta del edificio y causó la muerte de 29 personas y más de 100 heridos.

Cuando yo visité por primera vez esa plaza, recién remodelada con motivo del 10º aniversario, cumplido unos meses antes de mi llegada, Edwin me dijo que para entender la razón por la cual estábamos en un edificio moderno, en una de las principales avenidas de Buenos Aires, teníamos que empezar por conocer ese lugar.

Durante mis cinco años de misión en Argentina no pasó ni un solo día en el que no recordase esta frase.

Esta semana se cumplen ya 20 años del terrible atentado que constituyó el primer capítulo de la actuación terrorista iraní en territorio argentino; el segundo capítulo llegó dos años más tarde con el atentado en la AMIA (la sede de la comunidad judía de Buenos Aires).

Las huellas que dejaron los terroristas les señalaban muy claramente. En numerosas entrevistas y discursos hemos repetido que los autores de estos actos de barbarie tienen nombre y apellido. El nombre es "Hizbolah" y el apellido es "Irán". Y a pesar de todos los cambios mundiales que hemos vivido desde entonces, lo que no ha cambiado, ni cambiará, es el hecho de que no todos han respondido por sus crímenes.

Pocas horas después de visitar la plaza de la Embajada de Israel, llegué a mi futuro despacho y conocí a Lea, que iba a ser mi secretaria y a convertirse en mi mejor amiga en Argentina. Cada año, al llegar la fecha del aniversario del atentado, trabajábamos juntos para preparar los actos de conmemoración del acontecimiento que marcó la vida de tantos y de ella de una forma tan especial. Creamos un "ritual del día" junto con otros supervivientes, amigos y familiares, unidos todos por el gran vacío existente en el lugar donde estaba la Embajada hasta 1992.

Estos días, al cumplirse los 20 años, la Embajada de Israel en Buenos Aires ha editado un libro de Memorias, "Arroyo y Suipacha. Esquina del Alma" y está organizando algunos actos de Recuerdo para el próximo fin de semana, de los cuales, la parte más llamativa será, como cada año, la lectura de los nombres de las víctimas, cuando el público responde tras cada uno de ellos, "presente". Este año yo no estaré allí, pero mi corazón permanecerá con ellos cada 17 de marzo.



Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel