martes, 18 de octubre de 2011

LA LIBERACIÓN DE GILAD SHALIT, UNA PODEROSA DEBILIDAD

Debo admitir que, desde que me llegaron las primeras noticias sobre la concreción del acuerdo del canje por la liberación de Gilad Shalit, he sentido un cúmulo de sentimientos encontrados, creo que compartidos por la mayoría de los israelíes y por aquellos que siguen este asunto.

No tengo ninguna duda de que es un acuerdo necesario y justo.

Este pobre joven está en manos de terroristas desde hace más de cinco años, merece ser liberado y su familia, que ha pasado casi 2.000 días en esta situación imposible de incertidumbre, desesperación y angustia, merece tener a su hijo en casa.

Al otro lado está el precio. Y se trata de un precio muy alto, para muchos, demasiado alto. No sólo estamos hablando de cifras: más de mil presos por un único soldado; también existe una asimetría moral entre un joven secuestrado en territorio, mantenido en la oscuridad física y mental, sin ningún contacto con el mundo ni con la luz (ni con su familia, ni con las organizaciones humanitarias internacionales), y unos terroristas, muchos de los cuales tienen las manos manchadas de sangre, que han pasado por un proceso judicial y han tenido visitas de sus familiares y la supervisión de distintas organizaciones internacionales, llegando incluso a emplear los años en la cárcel para realizar estudios secundarios y universitarios.

Aquel que compara a un secuestrado con los terroristas encarcelados, lo que hace es legitimar el terrorismo.

Sabemos también que este acuerdo supone un precio en la lucha entre moderados y extremistas de la política palestina y que da más fuerza a Hamás en su conflicto con Al-Fatah.

No me cabe duda de que la raíz de ese tipo de acuerdos en secuestros representa una debilidad de la sociedad israelí. En varias ocasiones en el pasado ha quedado expuesto este punto más débil frente a unos enemigos que no dudan en aprovecharlo. Muchos en Israel dicen también que este acuerdo da luz verde a los terroristas para seguir utilizando este método. Tal vez tengan razón, pero yo me pregunto si estaría dispuesto a dejar a Gilad en su jaula, sabiendo que de todos modos esos terroristas no tienen límite en sus intenciones y en sus maneras de atacarnos. Esta luz verde es una más de las miles de luces verdes que están encendidas en sus mezquitas, por sus escritores y por sus líderes políticos.

Yo prefiero vivir en una sociedad tan fuerte como para poder mostrar sus debilidades.



Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel