lunes, 16 de mayo de 2011

YA LO ADVIRTIERON ANTES

Ha habido personas que se han sorprendido por los acontecimientos que tuvieron lugar ayer en la frontera entre Siria e Israel, una frontera que ha permanecido en calma durante los últimos 38 años. Cientos de palestinos, que viven en Siria, invadieron la frontera y penetraron en territorio israelí. Después de unas horas, regresaron a Siria (pero no sin que antes uno de ellos pidiera asilo en Israel, alegando el brutal trato que el Gobierno sirio dispensa a los manifestantes en su país). Todo el que conozca, aunque sólo sea un poco, la realidad siria, especialmente la de las zonas fronterizas con Israel, sabe muy bien que, un hecho de este tipo, no puede suceder sin la autorización y el apoyo (por no decir, la iniciativa) del ejército sirio, y más en esta época en la que se encuentra en estado de alerta y utiliza tanques y francotiradores contra la población civil.

¡Qué nivel de ingenuidad se desprende de las siguientes preguntas!: ¿Por qué el ejército o el Gobierno sirio tendrían que organizar manifestaciones en una frontera que ha estado en calma durante casi cuatro décadas? ¿Qué interés puede estar detrás de estos acontecimientos que no tienen precedentes en Oriente Próximo? ¿A quién podría beneficiar?

No hace falta ir muy lejos para hallar las respuestas y tampoco recurrir a teorías basadas en suposiciones o en adivinanzas. Todo lo que hay que hacer es escuchar a los propios sirios.

La semana pasada el Gobierno sirio autorizó durante unas horas la entrada al país del corresponsal del “New York Times” en Líbano, Anthony Shadid, para entrevistar a unos altos cargos del régimen sirio. Se trata de un hecho muy fuera de lo común, ya que en estos días no hay ningún periodista occidental en territorio sirio.

Entre los entrevistados por Shadid se encontraba también una de las personas más fuertes y centrales de la realidad siria, el primo del Presidente Bashar al-Assad, Rami Makhlous.

Makhlous está considerado como el empresario más importante de Siria, además de ser el hombre de confianza del propio Presidente. No hay duda pues, de que su entrevista es la de una autoridad oficial de la jerarquía siria y sus palabras, no son un mero análisis, sino la propia política del Gobierno.

¿Qué tenía que decir Makhlous al corresponsal del “New York Times”? Dos cosas muy significativas. En primer lugar, que el Gobierno sirio liderado por Bashar al-Assad va a luchar contra los manifestantes “hasta el fin”. Y ya sabemos el fin de quien. En segundo lugar, y no de menos importancia, que si no hay estabilidad en Siria, tampoco la habrá en Israel. En este punto, el corresponsal le preguntó a Makhlous si estaba amenazando a Israel, a lo que Makhlous, en un alarde de sensibilidad, respondió: “no estoy hablando de una guerra, lo que digo es que no tenéis que dejarnos sufrir. No presionéis al Presidente, no presionéis a Siria para hacer algo que Siria no va a estar contenta de hacer”.

Ésta es la solución del Gobierno sirio: si hay manifestaciones y muertos en Siria, ellos van a iniciar un conflicto con Israel. Se tratará de un conflicto organizado y planificado por el mismo Gobierno, y el mundo lo va a aceptar.

¿Y por qué lo va a aceptar? Porque, probablemente, el mundo no lee el “New York Times”.



Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel