miércoles, 11 de mayo de 2011

AÚN “SIN CABEZA”, TE ABRE LOS OJOS

La semana pasada el joven escritor israelí Etgar Keret visitó Madrid y Barcelona para presentar su último libro publicado en castellano: “Un hombre sin cabeza”.

Además de mi interés profesional por la visita de otro escritor israelí que publica su obra en España, tenía un especial interés personal en ella. En cuanto a su generación, Etgar Keret es mi escritor israelí favorito. He leído y disfrutado todos sus libros pero, más allá de todo esto, también puedo decir que Etgar es mi amigo.

Etgar tiene una característica muy especial, que en estos días no abunda precisamente, y es que tiene su mirada que no juzga. Un amigo periodista español, que viajó conmigo a Israel hace unos meses donde le conoció personalmente, me comentó que Etgar tiene un fondo de bondad que, sin embargo, no cae en la cursilería.

En la presentación del libro en el FNAC de Callao de Madrid, Keret fue entrevistado por la periodista de El País, Ana Carbajosa, que acaba de regresar de Israel tras vivir en Jerusalén durante 3 años. La entrevista fue muy interesante y trató básicamente de temas literarios (ya de por sí es un logro que se hable de literatura con un escritor israelí). Hubo sin embargo, algo que dijo Carbajosa que me llamó la atención (aunque no creo que nadie se diera cuenta de su profundo trasfondo). La periodista comentó que le encantaron los personajes de las novelas de Keret y que probablemente eran de Tel Aviv, puesto que ella no había conocido a personas así en Jerusalén. Yo me quedé con esa frase porque creo que las historias de Etgar Keret no son exclusivas de una ciudad o de una sociedad, y que realmente podrían transcurrir tanto en Tel Aviv como en Barcelona, Berlín, Milán e incluso en Jerusalén. Por eso releí este fin de semana sus cuentos, para ver si realmente los personajes de Keret son tan globales como yo los recordaba. Y comprobé que realmente son así y que no estaba equivocado.

De modo que sigo preguntándome por qué una periodista española, que ha vivido años en Jerusalén, no podía ver en sus vecinos y compañeros de café a los mismos personajes que decribe Keret. Tal vez se debe a la extraordinaria mirada de Keret pero, también puede deberse a que ella fue “corresponsal del conflicto” y sólo vería a sus vecinos bajo ese prisma.



Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel



La voz de una generación”, El Mundo, 05/05/2011