jueves, 7 de abril de 2011

ALGO VA IGUAL EN “EL PAÍS”

Hoy he leído en El País el artículo de Lluís Bassets titulado “Algo va muy mal en Israel”. La verdad es que no me ha sorprendido nada. No me malinterpretéis, no quiero decir que esté de acuerdo con lo que dice. Desde mi punto de vista el artículo está lleno de una profunda falta de comprensión y de una perspectiva errada, a la que me referiré más adelante.

El problema es pues que no me ha sorprendido el artículo. Estamos de nuevo ante la repetición de la misma historia de siempre: las dictaduras caen en el mundo árabe, miles de personas mueren a manos de sus líderes, sin embargo, para Lluís Bassets el problema está en Israel.

Bassets escribe “En algún momento, más pronto que tarde, también a Israel le alcanzarán las réplicas del terremoto que sacude a todas las sociedades árabes”. Lo que el autor se niega a entender es que Israel se encuentra en un lugar totalmente diferente al del mundo árabe y musulmán.

Las revoluciones en este mundo se hacen debido a oscuros regímenes, a la pobreza y a la falta de esperanza y no hay ninguna amenaza de que ese terremoto llegue a Israel, por dos razones: la primera es que la realidad económica de Israel hoy es totalmente diferente a la de esos países. La economía israelí se encuentra en un momento de crecimiento (el 5% en 2010), la tasa de paro está sólo al 6,1% y la calidad de vida corre paralela a la de los países de la Unión Europea. La segunda razón es que la estable democracia israelí tiene más recorrido histórico que una gran parte de los países que componen hoy la misma Unión Europea. La “isla democrática sionista”, como la denomina él, es ese lugar en el que un juez árabe decide el dictamen que envía 7 años a la cárcel al ex Presidente del Estado, es esa democracia en la que diputados del Parlamento cooperan con los mayores enemigos del estado y siguen siendo diputados en el país contra el que luchan. Algo imposible, por ejemplo, en España.

Estas dos razones, la económica y la democrática, afectan también a la población árabe-israelí, que está mejor situada y mejor integrada, en términos de sociedad civil y políticos, no sólo respecto a cualquier país árabe, sino incluso respecto a las comunidades musulmanas en Europa.

Si Lluís Bassets me hubiera preguntado a mí, le hubiera dicho que, ese terremoto del que habla, puede alcanzar a algunos países europeos mucho antes que a Israel.

Bassets, al intentar presentar los acontecimientos de las últimas semanas en Israel, cae una y otra vez en la trampa de convertirse en el abogado defensor de los palestinos. No menciona, quizá instintivamente, una serie de datos que no son sólo importantes, sino fundamentales para entender lo que está sucediendo. Así, cuando habla del intento de Israel de mantener su superioridad económica frente a los palestinos, olvida mencionar el informe del Banco Mundial publicado ayer, que habla del actual crecimiento económico en la Autoridad Palestina y de que en Cisjordania hay sólo un 16% de paro, dato envidiable para algunos países europeos. O también cuando olvida que son los palestinos los que se niegan a volver a la mesa de negociaciones (y lo hacen escudándose en este tipo de artículos como el escrito por Lluís Bassets para intentar justificar su negativa).

Bassets dibuja los acontecimientos a partir de una lógica que presenta el terrorismo palestino como una reacción y, de este modo, lo que hace en realidad es legitimar este tipo de violencia. Un ejemplo de ello es la vinculación que hace entre la construcción de asentamientos y el terrible asesinato de una familia de colonos. Disminuye a propósito la amenaza que representan los misiles y cohetes lanzados desde la Franja de Gaza y se olvida, convenientemente, de que Hamás y otras bandas terroristas no han parado ni una sola semana de lanzar, desde la Operación Plomo Fundido, dichos misiles y cohetes dirigidos hacia la población civil israelí. El hecho de que su periódico no informe de estos ataques, no significa en absoluto que los ciudadanos israelíes no estén en los refugios, debido a la amenaza que el terrorismo palestino de Gaza supone para sus vidas.

Pero aún hay dos cosas todavía peores en el artículo, una es cuando Bassets menciona el asesinato del actor judío-palestino Juliano Mer-Jamis, un símbolo de la convivencia, y curiosamente, se le olvida decir que fue asesinado por palestinos. En este punto sí que estoy de acuerdo con Bassets cuando escribe qu es “la trágica e interminable historia de siempre”. 

La segunda cosa es que cuando se refiere a Goldstone, lo hace con falta de respeto, hacia el juez y hacia nosotros. Dice que la razón de la rectificación de Goldstone es la presión de la comunidad judía (inspirándose en las teorías de la conspiración judía internacional). Quizá va siendo hora de que Bassets, y los otros Lluíses Bassets, reconozcan el hecho de que Goldstone, algo tarde pero finalmente, ha entendido lo que sucedió en la Operación Plomo Fundido. Sí, creo que ya va siendo hora de que los que durante los últimos dos años se han dedicado a citar ciegamente a Goldstone, y a elevarle como si fuera un santo, abran de una vez los ojos y entiendan lo que acabó por entender su héroe. Hay gente que sólo acepta la opinión de un judío mientras critica a Israel.

Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel